Literatura


Cuentos y leyendas

El hijo desobediente
Lo que sucedió en Naranjito Santa Bárbara Honduras. Esta era una familia muy pobre mama, papa y dos hijos llamados Manuel y Rubén. Manuel era el mayor por lo tanto a él le tocaba hacer más cosas que Rubén.
Aquí comienza todo. Manuel era malcriado, respondón y desobediente con su madre. Un día la mama lo mando a comprar un queso a la tienda más cercana que quedaba a 7 millas de la casa. En aquel pueblo tan pobre no había otra opción que ir caminando. Por lo cual Manuel comenzó a pelear con su mama. Entre murmuros insultos y enojos Manuel emprendió su viaje, cuando iba casi a mitad de camino Manuel encontró a Fausto un vecino adinerado montado en su mula. Para dónde vas Manuel? pregunto Fausto, para la tienda a traer un queso que esa vieja me encargo, contesto Manuel enojado, súbete, yo te llevo contesto Fausto. Manuel ya cansado se subió.
Cuando ya llevaban una hora de viaje Manuel reacciono y se dio cuenta que ya no iban por el mismo camino. Manuel asustado pregunto: Fausto, ya vamos a llegar? Fausto por aquí no es el lugar!! Fue allí donde quien pensaba Manuel que era Fausto se volteo y respondió: Yo no soy Fausto, soy el diablo que por ser malcriado con tu madre he venido a llevarte! Lo golpeo lo aruño y lo boto de la mula.
Desde entonces los pocos pobladores de aquel pueblo cuentan que Fausto se aparece para llevar en su mula a todo aquel que es desobediente con su madre



  Un hombre que intento hacer un pacto con el diablo

Don Eusebio Flores afirma que tenía 9 años de edad cuando ocurrió el caso que ahora relatamos tal como nos fue contado por don chevo.
Allá por los años de la última década del siglo pasado, contrajo matrimonio civil y religioso en la Villa de Naranjillo. Del Departamento de Santa Bárbara, el señor Francisco Flores con la joven Felipa Caballero, eran de condición humilde y muy pobres, pues él solo ganaba dos reales al día (25 cts.) y con eso se mantenían.

A consecuencia de la pobreza empezó para ellos una vida difícil, pero más difícil fue encontrar la tranquilidad, porque solo pasaban peleando. Era una fuerte la desesperación de Francisco que como ya había oído que el Diablo hacia tratos con los humanos a cambio del alma de una persona, pensó que Lucifer le proporcionaría  riquezas ilimitadas para su bienestar.

Fue así que decidió entrevistarse con el señor de las tinieblas para celebrar un pacto, pero antes tenía que comunicarle a un amigo aquella idea que vendría a resolver todos sus problemas. Fue a visitar a Rafael Varela, comunicándole su proyecto y a la vez a invitarlo para que lo acompañara a buscar al Diablo.

-Pero estás loco- dijo Rafael- no existe tal pacto. Esas son puras papadas que inventa la gente que no tiene nada que hacer. Además en caso de existir el Diablo, me imagino que debería tenerse mucho valor para poder hablarle.

-Vos sabes que yo soy hombre de mucho valor y que los tengo bien puestos - contestó Francisco - no le tengo miedo a nadie y mucho menos al diablo.
Finalmente los dos amigos se pusieron de acuerdo y escogieron un lugar donde supuestamente seria mas fácil encontrar a Lucifer, lo esperarían a las 12 de la noche para realizar el pacto. Se trataba de una escarpada montaña por donde cruza un antiguo camino, como a una milla de distancia de la población.
En horas de la tarde de ese mismo día. Francisco se dedico a sacarle filo a su tinca (machete canaliado). Que se usaba en aquel tiempo. A las 11 de la noche se condujeron  a la cuchilla de la montaña por el camino que conduce a la hacienda '' El Conal'', hasta llegar a un sitio del cual podrían observar a cualquier persona que subiera la pendiente. Poco después  sintieron una brisa arenosa, suave, extraña, que procedía de la parte más alta de la montaña. Los dos amigos esperaban con la vista fija en la hacienda, cuando al pasar la brisa, Rafael vio hacia un lado de la población y con sorpresa descubrió a un hombre vestido de negro montado en una mula del mismo color. Se puso nervioso pensando que su amigo Francisco le hablaría al extraño, y sin quitar la vista del hombre extendió su brazo para tocar a su amigo y su sorpresa fue mayor al constatar que ya no estaba Francisco en su lugar. Sintió que las piernas le temblaban y solo pensó en escapar de aquel sitio
Muriéndose de pánico se fue resbalando en cuclillas pegado al barranco del camino al lado opuesto de la población y pasó junto al caballero de negro sin despegarle la vista hasta pasar una curva, entonces se enderezó y emprendió veloz carrera pasando por un terreno de árboles frutales. En ese instante se produjo de nuevo la brisa arenosa que meció los árboles y al mismo tiempo en el otro lado de la montaña se dejó escuchar un fuerte mugido, produciendo en Rafael un escalofrió terrible, al grado de sentir que llevaba el pelo erizado.

No dejó de correr hasta llegar a su casa y se tiró en la cama con todo y ropa sin poder conciliar el sueño pensando en la suerte que había corrido su amigo Francisco. Ya para amanecer empezaron a tocar la puerta con fuerza y a pesar del miedo que aun sentía preguntó:
Quién es?
-Grrr…sss…gaghhh

Solo escucho sonidos guturales y para darse cuenta de lo que ocurría abrió lentamente la puerta. Ahí estaba Francisco en un estado lamentable, presentando golpes en diferentes partes del cuerpo y muchos rasguños sin poder hablar. Inmediatamente  Rafael fue a llamar a los familiares de Francisco, contándoles lo sucedido, indicándoles con el dedo la dirección  que habían tomado. La esposa y demás familiares empezaron a frotarlo con ruda, agua florida y otras plantas medicinales, hasta que lograron volverlo a su estado normal, pero no quiso dar detalles a nadie sobre lo que le sucedió.
Al día siguiente y cuando estuvo solo con Rafael le confesó la verdad.

- Mira, te voy a decir francamente todo lo que me pasó. Cuando apareció aquel hombre vestido de negro, me entró una canillera perra, te lo juro, no supe a qué horas salí a mil corriendo por la montaña porque me iba siguiendo un toro enorme como lo había visto jamás en mi visa. No sé como puercas logré salir todo herido y con los pedazos de ropa hasta un claro, pero pedí con todas las fuerzas la ayuda de Dios y cuando quise gritar me di cuenta que había quedado mudo. No me explico cómo fue que llegué hasta tu casa pero te vuelvo a jurar que estoy arrepentido y antes de hacer cualquier trato con el Diablo, prefiero seguir ganando dos reales y estar alegando con mi mujer!

Pero después del caso ya relatado, aunque aquel matrimonio sufría por la pobreza, nunca más se produjeron pleitos.
 


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